La violencia no se puede justificar, la agresión no se puede argumentar, y tampoco se debe ensuciar la imagen de los sacerdotes como ha acontecido en ya varias ocasiones. El sacerdocio como lo dijo San Juan Pablo II es “don y misterio”, por ello es importante hacer lo necesario para que los sacerdotes sigan ejerciendo con amor y fidelidad su ministerio. El 5 de julio de 2017 se dio el lamentable asesinato del Padre Luis López Villa de la Diócesis de Nezahualcóyotl, en un comunicado firmado por Mons. Luis Héctor Morales Sánchez, expresó: “Oramos por nuestras autoridades y confiamos en ellas para que se abran a la luz del Espíritu Santo y se esclarezca este crimen, y para que reine la paz y la justicia en nuestras comunidades. Siguiendo el mandato de Ntro. Señor Jesucristo (Mt 18, 22). Oramos también por quienes asesinaron al Pbro. Luis López Villa y se olvidan que somos hermanos, y van sembrando sufrimiento y muerte, para que Dios les conceda el arrepentimiento y el don de la conversión. Oremos por la paz en nuestras familias, el cultivo de los valores y virtudes para que en nuestro país pueda reinar la paz. Recordemos que la paz es un don de Dios, pero también es tarea, compromiso y responsabilidad de todos”. La Conferencia del Episcopado Mexicano a través de su Presidente y Secretario, expresaron sus condolencias:” La Conferencia del Episcopado Mexicano se une a la pena que embarga a Monseñor Héctor Luis Morales Sánchez, al clero, a la vida consagrada y a los fieles laicos de la Diócesis de Nezahualcóyotl por el sensible fallecimiento del Pbro. Luis López Villa, quién fue víctima de la violencia que se vive en nuestro país. En estos momentos de sufrimiento los cristianos, con esperanza vemos a Cristo resucitado, estamos ciertos que el mal no vencerá, que la muerte no es el final del mensaje de amor y esperanza que trajo nuestro Señor Jesucristo y que vivió a lo largo de su vida sacerdotal el padre Luis. Pedimos a Dios por su eterno descanso y también pedimos para que el Señor conceda a sus familiares y amigos la fortaleza, la esperanza y el consuelo de la fe”. La propagación del Evangelio, la santificación a través del culto a Dios y el servicio a los más pobres y necesitados se da por el ministerio de los ministros sagrados, oremos por ellos y cuidemos ese regalo de Dios para la humanidad en Jesucristo y trabajemos para que la violencia no se siga expandiendo, ya que la violencia hacia los sacerdotes y diversos agentes de pastoral es también manifestación de la descomposición de la sociedad que muchas veces se aleja de los valores humanos y cristianos.
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